Añoraban mis ojos tu talante
de palabras sinceras y muecas graciosas,
la risueña alegría siempre constante
única y preciosa entre todas las cosas.
La impresión oculta el sentimiento
y de repentino se enfría el encuentro,
pero si te fijas bien verías el tormento
¡Que nunca pude demostrar lo que siento!
Perdido el tiempo, te vas y nada más,
regresas perpetua al altar de mis recuerdos
y mientras mi crudeza le implora piedad al jamás
mi sentir llora, porque perdí muchos momentos.
Que efímeros son los que padecen
de un dolor, muy agudo, de su pasado;
como asnos tristes lo cargan y desaparecen
y tan solo queda la careta del desdichado.
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